29 octubre 2010

Fallado de fábrica...

[Me robé el título de la entrada de un blog que leí... 
pero como leo un ciento, no me acuerdo cuál...]

A veces creo que vine "fallado de fábrica",
Tal vez mi mamá lloró mucho cuando me esperaba, no sé.
Tal vez la hice sufrir, en ese entonces.
[no me parece apropiado preguntarle]
La cosa es que creo que salí medio fallado,
porque no puedo soportar una cara triste de mujer...

Ayer tuve que ir a la Clínica, con mi negrita.
Cuando intentábamos estacionar el auto,
se acercó una muchacha a ayudar
[los "cuidadores de autos" son plaga en esta ciudad].
Era flaca, bastanta flaca, casi casi demasiado flaca,
morenita, con unas mechas de pelo negro sobre la cara,
mal vestida como toda cuidadora de autos
(aunque parecía nueva en el oficio),
su media sonrisa -propia también del oficio-
dejaba ver un diente chueco que le daba un aire travieso.
En su rostro, unos ojazos tristes (que ojos es poco),
muy tristes...
(ojos-de-gato-de-Shrek-con-el-sombrero-en-las-manos).











Ofreció lavar el auto en nuestra ausencia,
pero puesto que ando pobre como los ratones, le dije que no,
que sólo lo cuidara ( lo que implica darle unas monedas, obvio).

¿Y esto que tiene que ver con que venga fallado de fábrica?
Pues, que si hubiese tenido dinero, se lo habría dado,
pero no para que lavara el auto, no,
se lo habría dado para quitarle esa tristeza de los ojos
aunque fuese sólo por un instante...
Se lo habría dado, para no traerme esos ojos clavados en mí,
metidos en mi mente,
tan así, que aún los sigo viendo ahora,
tan así, que aún ahora los siento,
y si escribo esto aquí,
es sólo por ver si así puedo olvidarlos...

No puedo soportar las mujeres con ojos tristes,
no puedo soportar los ojos de las mujeres tristes,
no puedo soportar los ojos tristes en una mujer...
[debe ser una falla de fábrica...]

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24 octubre 2010

Depressão


Hoy me vino una depresión terrible.
Profunda.
Negra.
Desmedida.
Tanto así,
que sólo quería tirarme en el sofá y dormir.
Tanto así,
que no habría almorzado si no me obligan.
Tanto así,
que en algún momento me obligaron también a encender el PC.
No sentía ningún deseo de aparecer por aquí...

Siento como si viniese recién saliendo de un funeral.
Como si hubiese muerto una persona muy, muy, querida.
Como si todo yo estuviera de luto...

22 octubre 2010

Cocinando con "la Juanita..."


Ha un par de días, fui al hospital.
(tenía que retirar los medicamentos para mi madre)
Estando ahí, en la fila de la farmacia, se me apareció una infernal visión:

Una mujer, en negras vestiduras, con los mismos feos lentes de hace 19 o 20 años atrás, todavía igual, fantasma de un pasado casi olvidado, que se presentaba ante mis ojos...
(artes oscuras, no me caben dudas).
Bueno, tal vez un par de arrugas más y un teñido excesivo,
pero para encontrársela de frente, aún de día, brrrr...

Hace ese montón de años, trabajábamos en el mismo lugar.
Ella era la cocinera, yo apenas algo más que nada.
Mi horario cubría todo el día, de modo que se incluía el almuerzo.
Mi compañero de trabajo -apenas salido de la secundaria- y yo,
nos sentábamos a la mesa (en un apartado comedor), y disfrutábamos a diario de las delicias de su cocina.
No importaba lo que preparara, siempre se las arreglaba para que comer -con hambre o sin él- fuera un ritual desagradable.

Lo que peor preparaba, era un supuesto caldo de carne (ingrediente que jamás vimos, a menos que se cuenten algunos pequeños rastros flotantes). Cabe hacer notar que este plato se repetía frecuentemente, hasta 4 veces por semana.
De caldo, nada. Era un agua medio lechosa, con unas manchas aceitosas en la superficie, donde nadaban sin esfuerzo unos cuantos fideos (a veces arroces) y unos trozos de papas y zanahorias...
Delicia tal no podía menos que hastiarnos antes del primer mes, de modo que decidimos un día botar las turbias aguas y comernos lo que fuese que quedara en el plato. Y eso hacíamos 3 o 4 veces por semana.

Un día, me llamó a la cocina. Se le había acabado el gas, y necesitaba de ayuda para cambiarlo.
No había entrado antes a ese vedado recinto.
Estaba con ella una amiga. Mujer de ésas que no pueden quedarse quietas, y que se movía de aquí para allá, abriendo gavetas y muebles mientras conversaba.
Yo, hacía lo mío.
Estaba por irme, cuando la amiga, que tenía en ese momento el refrigerador abierto, le preguntó:

- ¿Y estos huesos tan blancos? ¿los boto?

- ¡No!, no los botes, que son para el almuerzo de los niños...

¿Cómo evitarlo? Mis ojos corrieron al refrigerador, a la fuente que tenía en la mano, a los huesos... (nosotros éramos "los niños")
Eran unos huesos de vacuno, grandes, blancos, lavados, sin nada adherido salvo unos pequeños trocitos de cartílago...

- ¿Para el almuerzo? -dijo la amiga- pero si no tienen nada, ¿cómo para el almuerzo?

Impertérrita, sin arrugarse siquiera, la muy bruja se los quitó de las manos, los puso de nuevo en el refrigerador, y cerró la puerta. Sin preocuparle que yo la estaba escuchando, con una tranquilidad de conciencia (o de lo que ocupaba el lugar donde debió tenerla) que abismaba, le dijo a su amiga:

- Claro, compro unos huesos el fin de semana, y les preparo un caldito a los niños. Luego los saco de la olla y los guardo en el refri. Me duran para 4 o 5 veces... No los puedes botar, sólo los he usado una vez...

Lo último que ví, antes de salir, fue la cara de absoluto asombro de la amiga...
Imagino que debe haber sido parecida a la que ella vio en mí,
pues nos mirabamos uno al otro cuando yo salí de ahí...


(no podía seguir en esa cocina, capaz que escuchara alguna de sus otras recetas...)

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21 octubre 2010

Failed...

Intenté cambiar la plantilla...

Después de un par de horas de pelear con ella,
tuve que dejarla en paz...

O sea, algo hice,
pero no pude salir de la Mínima black,
que algún día escogí -hace mucho tiempo-
y ahora no consigo cambiar...

20 octubre 2010

Borboletas...

Cae la tarde, sobre mi patio.
Cae la tarde, y con ella las sombras
cubren el jardín.

Callan los gorriones sus bulliciosos gorjeos.
Vuelan a su árbol favorito las silentes tórtolas.
Ligeros, raudos, vuelven a sus nidos los picaflores.
Se silencia el zumbido de las abejas
y las coloridas moscas se recogen tras el reverso de las hojas.

Sé dónde duermen, sé dónde se ocultan
los gorriones, tórtolas, picaflores, abejas y moscas
que pueblan o visitan a diario el jardín.

Lo que no sé, lo que nunca supe,
lo que me intriga, lo que siempre desconocí,
es dónde se van, cada tarde,
las rubias,
platinadas,
frágiles mariposas...


¿Dónde, 
dónde pliegan sus alas,
hasta el nuevo amanecer?



[sorry... melancholy attack]

18 octubre 2010

De consultas médicas y chocolates...


El otro día fuí al médico, finalmente.
Me convencí que esperar que algo suceda por otro lado, es inútil,
y necesitaba al menos saber cómo estoy en realidad,
y qué consecuencias puede tener el quedarme como estoy.

Fuí a un buen traumatólogo. Uno bueno.
Tenía hora a las 17:00.
 Llegué como acostumbro, a hora militar, 15 minutos antes.
La recepcionista de la entrada me preguntó:

- ¿Tiene algo más que hacer?
- No, nada.
- Ah, es que el doctor llegó atrasado.

¿Doctor atrasado? me dije.
Y pensé que tendría que esperar una hora más, o cosa así.
Pasé a la consulta.

La recepcionista del médico me recibió los papeles de la citación,
y me preguntó:

- ¿Tiene algo más que hacer?
- No, nada, señorita, no tengo nada más que hacer.
- Ah, es que el doctor llegó atrasado. Muy atrasado.
- Mhhh, y ¿cuántos pacientes hay antes que yo?
- ¿A ver? Eeh, uno, dos, tres... sí, doce...
- ¿Doce?
- sí, es que aún están los pacientes de las tres de la tarde...
- ...

Sé positivo, me dije.
Piensa, si él médico se demora 10 minutos con cada paciente,
serán... 2 horas.
¿y qué son dos horas? la nada misma. A esperar pacientemente entonces.
La sala estaba llena. Llena.
Salió un paciente, entró otro. Con eso logré un asiento.
No había ni una revista para leer.
Leí todos los poster de propaganda traumatológica
que había en las paredes de la consulta.
Muy interesante (tétrico diría yo) ver las imágenes
de tornillos de titanio puro atravesando huesos y articulaciones (brrr..)
Muy extraño ver al lado mío pacientes llevando esos tornillos,
 fijados a barras que inmovilizaban sus huesos.
Miré mi hombro, y casi creí ver algunos tornillos saliendo de ahí...

Pasaron diez minutos. El paciente no salía.
Veinte minutos, salió.
Dios, pensé.
Veinte minutos por paciente, serían 4 horas... O_o

Sólo me quedaba rogar porque saliera de la consulta antes de la medianoche...

La única dizque entretención posible era un televisor, apenas audible.
Una telenovela, por dios, que aburrimiento.
(puedo ver telenovelas, me han gustado algunas telenovelas, pero no ésa, no)
luego, un programa juvenil, con concursos, en el que nadie
sabía ni la mínima cosa, cosas que deberían haber aprendido en la básica.
Otra telenovela.

Soporté bastante bien la tediosa espera.
Lo que no pude soportar fué el ver a la recepcionista, rellenita ella, comiendo chocolates...
(me quedaba justo enfrente)
Y es que no se los comía, así simplemente, no.
Los disfrutaba...
No sé en qué estaría pensando cuando se los llevaba a la boca,
pero válgame dios, su cara daba una idea aproximada...
Se me pasaron muchas cosas por la cabeza,
incluyendo algunas que saben muy rico mezcladas con chocolate...
(las cosas que piensa uno cuando lleva dos horas de espera en una consulta médica)

Tuve que salir.
Tuve que hacerlo.
No es cosa buena estar viendo comer chocolates,
cuando a uno se los tienen prohibidos.
Y tampoco es cosa buena el estarse "ratoneando"
con la recepcionista de una consulta médica,
aunque nadie se lo haya prohibido...


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15 octubre 2010

Día del profesor...

Mi esposa trabaja en un colegio, con pequeños de primer año.
Es un trabajo que, las más de las veces,le gusta.
Otras no tanto, y alguna vez ha llegado ha sentir que lo odia.

A veces llega contenta, satisfecha de los logros de los niños,
 u orgullosa por una actividad que hizo y que salió bien.
A veces llega triste, cansada de los problemas con profesores,
apoderados o aún empleados del colegio.
Alguna vez, demasiadas para mi gusto,
ha llegado llorando, hastiada de todo...

Es un trabajo complicado y no exento de disgustos .
No sólo debe enseñar a los niños, y cuidarlos.
Algún año ocurre que debe también enseñarle a la profesora,
alguna joven recién titulada, que sólo sabe la teoría,
pero no conoce la manera de ponerla en práctica.
Que no sabe cómo dominar -y conducir- un curso de 45 niños.
Que tiene aún mucho que aprender.

A veces se cansa de su trabajo. Puedo verlo.
Y es que no le basta con la jornada diaria.
No, le dedica también largas horas de labor en casa,
preparando material para los niños.
No le gusta nada hecho apresuradamente.
Tiene que ser bien preparado, con buenas imágenes,
en perfecto orden y con todo detallado.
Hace años atrás, le dije: "oye, que son sólo niños".
Me valió una enérgica reprimenda.
Y entendí que esos niños aprenden todo.
Y sobre todo aprenden lo que ven.
Necesitan ver las cosas bien hechas,
para saber cómo se deben hacer.
Se indigna -aunque no lo diga-
cuando alguna profesora garrapatea algo rápido en una hoja
y lo fotocopia, para dárselo a los niños como material de trabajo.
No, ella vive preparando clases, y materiales, y pruebas.
Aunque eso le signifique robar horas al sueño
y acostarse después de la medianoche cada día,
aunque deba sacrificar para ello su fin de semana.

Sin embargo, es impagable el brillo en sus ojos
cuando en la calle, en el Mall, en la playa, en el supermercado,
algún alumno pequeño la detiene con un alegre grito,
y se cuelga de su brazo, y la saluda con un beso.
Es innegable el brillo en sus ojos, el salto de su corazón,
cuando alguna muchacha, ya adolescente,
deja de lado a sus amigas, en medio de una calle,
para correr a saludarla efusivamente, recordando aún
a quien le enseñara hace siete, ocho o diez años.
Por supuesto que no todos los que fueron sus alumnos
hacen cosas como ésa. Pero hay aquellos que lo hacen,
y eso pareciera darle una cierta satisfacción interior.

Hoy es el día del profesor aquí.
No es su dia, porque no es profesora. No existe un día para ella.
El día del profesor suele significarle sólo más trabajo.
Anoche estuvo hasta las 2 confeccionando manualidades,
como regalo para las profesoras del colegio.
Nada que yo diga en contra puede hacerla cambiar de idea
(sólo puedo ayudarla para que termine más pronto).
Es así. Cien por ciento dedicada a sus niños, y a su trabajo.
Pocas veces tiene alguna compensación que no sea el cariño de los niños.

Mas, hoy llegó feliz, porque ese cariño se aprecia mejor en días como éste,
que aunque no es el suyo, los niños no lo ven así,
y lo hacen ser su dia.
Hoy llegó contenta, cargada de besos y regalos...


[Lo triste es que me prohibieron los chocolates,
de modo que, en esta dura tarea, no podré ayudarla...  :(  ]

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14 octubre 2010

Familia..



Presenciado en una tienda:

Una niña de unos 10 años,
con un objeto en sus manos,
le habla a su madre, algo que no alcancé a oír.
Su mamá le contesta, duramente:

- "Tu papá no es de esta familia."

- "Pero si es mi papá..." replica la niña.

La mamá, aún mas desagradablemente:

- "Él fue de esta familia, pero ya no lo es!"

La niña bajó los ojos, calló por un momento,
y luego con tono suave y una voz apenas audible
dijo:

- "de su familia no será, pero de la mía es..."
   .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Creo que esa mamá debería entender que,
por mal que haya actuado ese padre,
por malo o irresponsable que pueda haber sido,
el sólo hecho de una separación, de un divorcio,
no puede borrar de un plumazo el vínculo que existe
entre esa hija y su papá.
Tal vez esa hija decida un día que no quiere más
a ese mal padre, o a un padre lejano,
pero eso debe ser algo que decida ella sola,
no puede ser una decisión impuesta por su mamá.
(o por su papá, en la situación inversa, por supuesto).

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12 octubre 2010

Vengan, balas...

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Hoy no fue un buen día.
Es más,
hoy fue un día muy desagradable,
en el que recibí muy malas noticias.

De hecho, hace horas que tengo un fuerte dolor de cabeza,
a raíz de eso.

Por lo tanto, no era el día ni el momento más adecuado
para recibir -y aceptar- un comentario desagradable en mi blog.

Lo respondí de inmediato,
ya que nunca dejaré de responder un comentario.
Considero esto una muestra mínima de educación.
Lo siguiente que hice fue desactivar la opción
de hacer comentarios anónimos,
porque pienso que en esta vida hay que tener -mínimo-
el valor de dar la cara siempre.
Si quiere uno ser desagradable, pues tenga la decencia
de ser desagradable sin ampararse en un cobarde anonimato.

Sin embargo, luego lo pensé mejor,
y restauré los comentarios a como estaban.
¿por qué?
Porque no veo la razón para desactivarlos.
Son pocos, en realidad,
los comentarios recibidos en este blog
durante los tres años de vida que tiene.
Pero entre todos ellos, es la primera vez que recibo uno tal
[para todo hay una primera vez, dicen]
de modo que, ¿para qué darle tanta importancia?

Al fin y al cabo,
este anónimo puede ser alguien que tuvo un día tan malo como el mío,
y quería desquitar la rabia con alguien.
Y eso es muy comprensible para mí.
O bien, es simplemente una persona que gusta de ser desagradable.
Y en tal caso, ¿por qué ha de tener menos derecho a opinar?
No niego que me parece entretenida la idea
de tener a alguien que comente en forma periódica en mi blog.
Que las cosas que diga no sean agradables me tiene sin cuidado.
Después de todo,
soy un bicho con el cuero duro...

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09 octubre 2010

Digno de mundial reconocimiento...

Hay personas a las que admiro, sin discusión.
Una de esas personas es un oscuro y casi desconocido personaje,
un canadiense llamado Edward Anton Asselberg.
¿Que qué hizo de bueno?
Pues bien, en los '60, inventó el puré de papas instantáneo...´


¿No es acaso digno de admiración?
¿No es acaso su invento una maravilla?
Doy fé de que es así...
¿De no existir su invento,
cómo podría un "viudo de fin de semana" como yo,
preparar un almuerzo en 5 minutos,
para alimentar a un hambriento retoño post-adolescente?


Maravilloso invento, ya lo he dicho, una maravilla..
Thanks, Edward...

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De gatos de madera y preguntas sin respuesta...

Haciendo algo para entretenerme, tomé una fotografía a estos gatos de mi esposa.
Son unos gatos que se van haciendo comunes por aquí,
donde llegan de algún país desconocido, pero indudablemente pobre y asiático.
Pregunté una vez en la tienda, y me dijeron la procedencia,
pero -como tantas otras cosas que uno olvida- lo olvidé.


No sé por qué -a veces ni yo mismo me entiendo-
pero me pasa mucho que, cuando veo cosas como ésta,
en lugar de apreciar su belleza, lo hermoso del trabajo,
y luego olvidarme de ello,
me vienen a la mente muchas preguntas.
Preguntas cómo quién habrá sido el (o la) que los hizo,
quién los pintó,
quien les dio esa expresión alegre y festiva.
Supongo que los hará en grandes cantidades,
que estará tal vez ya hastiado de tallar gatos felices,
que no imaginará siquiera que tres de ellos están hoy en Chile,
al otro lado del mundo,
despertando en mí tales preguntas.
No son caros,
y eso me hace pensar en cuán poco han de pagarle por ellos,
considerando los muchos comerciantes que hay
entre quien los hizo, y quien los compró.
Me da por pensar en si acaso, 
pese a que debe hacer cientos de ellos,
podrá todavía poner algo de sí en estos gatos,
o si serán sólo un medio para ganar las diarias monedas.
Tal vez ya esté aburrido de tallar lindos gatos de madera,
tanto como me aburro a veces de mi trabajo.

05 octubre 2010

No way...


06:30 de la mañana.
A esa hora se inició mi día.

Un día que amaneció nublado,
triste, oscuro, feo.
Una mierda de día.
Una mierda de vida.

Pero no pienso dejarme llevar por el desánimo.
He pasado por tantas cosas
¿que me hará un par más?

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04 octubre 2010

Knigth-errant...


Hoy amanecí algo mal,
con mi hombro bastante adolorido.
Hice con él cosas que no debía, ayer.
¿Qué puedo decir?
La inactividad me enferma, me estresa,
tanto como me estresaba, hasta hace unas semanas,
el exceso de trabajo.

Y es que,
teniendo desde siempre el "complejo de caballero andante",
y habiendo una mujer en apuros (que nunca faltan por lo demás)
terminé haciendo, por ayudar, dos cosas que no debo hacer:
salir de casa, y utilizar el brazo.

No puedo evitarlo.
No puedo decir que no, cuando me piden ayuda.
Si alguien la necesita, o aún cuando yo sólo creo que es así,
no puedo evitar prestársela.
No está en mí.

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03 octubre 2010

Cambiando de cristales...

Tengo una frase escrita, al inicio de este blog:
"Todo es según el color del cristal con que se mira".
Es muy cierta.
Como también es cierto que me gusta el color negro.

Pero, a veces,
también me gustan otros colores.
Y si bien mi vida no da para ver todo en rosado,
a veces me ayuda verla verde...

Hace tiempo que no podía conseguir tener clarines en mi jardín.
Lo intenté la última vez a comienzos de año,
pero las plantitas no prosperaron.
De aquellas semillas parece que quedó una en la tierra,
y de ella brotó una planta,
que empezó a crecer oculta entre otras.
Cuando la advertí, ya estaba grande,
y aún así no tuve fe en ella.
Me sorprendió agradablemente hoy,
con una hermosa flor.


Me hizo pensar que,
cuando se quiere,
puede uno alegrarse aún por las cosas más simples.
Aún por una linda flor inesperada.

Al fin,
¿que gana uno con amargarse tanto por la vida,
si con ello nada va a cambiar?

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"Juro que nunca más..."


Al final,
01:00 hrs,
sólo quedó este globo en el pasillo,
como mudo testigo de lo ocurrido.

Claro, y el dolor de cabeza al día siguiente.

Pero, mi esposa y yo somos como todos los que tienen un vicio.
Como los bebedores,
que luego de una borrachera,
cuando se lo han vomitado todo
y no pueden más del dolor de cabeza,
dicen: "no bebo más, nunca más..."
Y a la primera oportunidad,
ya están ahí otra vez, con el vaso en la mano.

Así somos.
Después de decir que no volvemos a prestar la casa
para cosas como ésta,
cuando acuden a nosotros no podemos decir que no...

Mi negra es "corazón de abuelita",
demasiado fácil de convencer (por otros).
Y cometió el error de casarse con uno que es peor que ella,
que no conoce la palabra no...
Menos aún cuando quien me lo pide es ella.



02 octubre 2010

Con olor a jazmín...

Cuando se hace algo en casa,
como este famoso cumpleaños,
mi esposa enloquece por completo,
y se convierte en una máquina de limpieza.
Quiere que todo brille,
y que esté todo perfecto,
para que nadie pueda decir que ella no se preocupa de su casa.
(antes pensaba yo que eso era exagerado,
pero he aprendido que no lo es, que las mujeres siempre se fijan en todo)

Así, como ando lisiado,
me tocó solamente limpiar el patio
(en mi casa no se fuma, de modo que habrá que invitar,
gentilmente, a las mamitas fumadoras al patio.)

Me puse a limpiar el jardín,
y reparé entonces en que mi jazmín español se veía algo feo.
Me encanta ese jazmín, pues sus flores son más grandes,
y su aroma más exquisito, que el de los otros que tengo.
Han crecido juntos, y sus ramas se entrelazan,
de modo que empecé a podar las hojas y flores secas...


Al cabo de unos minutos, con mucha tristeza,
tuve que aceptar la realidad:
está casi totalmente seco.
Las flores que pueden verse no son las suyas,
y el aroma que llena el aire es menos intenso que el suyo.

Me dio mucha pena.
Quiero tanto a ese jazmín...

Y en mi tristeza,
pensé que, a veces, en la vida nos pasa lo mismo:
nos acostumbramos a recibir de quienes queremos
lo que siempre nos han dado.
Y nos gusta que lo hagan.
Pero solemos olvidar que esos a quienes queremos
necesitan también recibir algo de nosotros,
necesitan ser regados, cuidados, podadas sus hojas secas.
Necesitan también algo de nuestro cariño,
que les prestemos atención,
y no que nos limitemos a sólo recibir...
Cuando eso pasa,
cuando nos volvemos egoístas y pensamos sólo en que nos den,
terminamos algún día dándonos cuenta
de que hemos perdido a esa persona,
que lo que hubo, ya no está...

A veces quisiera ser como
el "clavel del aire", que no necesita de cuidados, de riegos ni podas,
y que se las arregla de lo más bien con la humedad del ambiente...


Hice lo posible por mi jazmín.
Espero que pueda recuperarse,
como sucedió con mi flor favorita,
"ojos de Susana"
que casi se me muere también, por la misma razón.

.

De cornetas y cumpleaños...



Me acordé de mi difunto padre hoy,
porque entre tantas historias que me contó,
y entre tantos consejos que me daba
cuando compartíamos un dormitorio,
me dijo una vez:

-"Hijo, hay dos cosas que nunca se le deben regalar a un niño:
un tambor y una corneta."
- Pero, ¿por qué papá?
- "Porque nadie puede soportar ese  ruido todos los días,
y terminarías por quitarle el regalo..."

Válgame dios, que razón tenía...
Hoy se celebra un cumpleaños en mi casa,
un sobrinito que cumple 7 años.
Hasta el momento, hay sólo tres niños en la casa,
pero el ruido de las famosas cornetas de cumpleaños
ya me tiene con dolor de cabeza.
Me imagino lo que será cuando lleguen los otros 27...

Me refugié en la habitación de mi hijo,
quien, en una maniobra muy inteligente,
asumió un compromiso por todo el día... librándose del show...

Creo que serán las 5 horas más largas que haya vivido en mucho tiempo...

De palomas e inseparables...

La gente suele decir que las palomas son unas lindas aves,
y aún, que son un símbolo del amor...

No estoy de acuerdo, para nada.
Para mí las palomas son un pájaro feo,
que no tiene nada que ver con una imagen del amor.

En mi ciudad hay muchas. Muchas.
Demasiadas.
Y se las puede ver en todas partes.
Ensuciándolo todo.
Haciendo porquerías tales como romper las bolsas de basura
para comer lo que hay adentro...



No, no me parece una buena imagen para el amor.
Dicen que tienen una pareja,
pero yo veo a diario a un palomo de frente de mi casa
perseguir a todas las palomas que se le crucen,
y conseguirlas, además.
No me parece muy buena imagen del amor.

Para eso,
prefiero los Agapornis,
que en mi país se conocen como "inseparables",
porque escogen de jóvenes una pareja y con ella se quedan,
para siempre.
Si la pierden, es difícil que acepten otra.
Eso sí me hace pensar en verdadero amor...

01 octubre 2010

Ni yo me entiendo...



Odio cuando postulo a un trabajo y me dicen:
"Lo siento, es que Ud. es demasiado bueno para este puesto..."

Me sucedió hoy.
Ni siquiera lo quería.
No lo pedí.
No me interesaba.
Pero me llamaron por teléfono de mi empresa,
y me pidieron que fuese a una entrevista,
para un nuevo trabajo.

Y, pese a la licencia médica, fui.
(no es cosa de arriesgarse a perder algo bueno)

Había otros 2 postulantes,
quien sería mi posible futuro jefe,
y el entrevistador.

Nos reunieron a todos y nos dieron las condiciones básicas.
Y ahí ya supe yo que no me interesaba.

Elegí ser el último, y dejé que los otros fueran entrevistados primero.
Cuando me tocó mi turno, el entrevistador
(que me conoce desde que entré a la empresa, hace 12 años)
me explicó las condiciones, el lugar de trabajo y los requerimientos:

El nivel del cargo era el mismo que ya tengo,
por ende el sueldo sería el mismo;
la jornada de trabajo,
7 días de trabajo por 7 de descanso,
es la misma que ya tengo;
el lugar de trabajo queda a 600 kms de mi casa,
y el que tengo ahora sólo a 200;
lo único que en realidad me gustó
es que en lugar de dormir en un campamento esos siete días,
tendría que dormir en un pueblo típico de la zona,
Mamiña, con aguas termales y todo...

En resumen, por ningún lado me convenía,
y ni me lo ofrecieron, ni lo habría aceptado.

Pero, soy un ser tan raro,
que no pude evitar que me molestara que me dijesen
que era demasiado bueno para ese puesto...